Mali, la niña triste de la clase: Gutiérrez Avilés, Rebeca.

Mali, la niña triste de la clase: Gutiérrez Avilés, Rebeca.

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Uno de los temas con los que más se ha de luchar, tanto para decir. como narrar sin herir susceptibilidades, es la de escribir historias o sucesos sobre nuestros niños.
La autora, Rebeca Gutiérrez Avilés, maestra de escuela, con gran soltura y fluidez. nos relata la historia de Mali, una niña de primaria, que en el acontecer diario de la rutina, pareciera ser invisible, pide a gritos silenciosos ser escuchada, pero ella, es una niña triste, apagada, trae consigo misma la decepción y la soledad de la vida, objeto de indi- ferencia por parte de los padres en casa, objeto de burlas en el salón de clases: la escuela. Nadie escucha su grito silencioso, desgarrador, nadie logra escuchar, y una mirada nostálgica y sombría la abraza sin piedad.
Tristemente sucede en muchas escuelas de nuestro país y el mundo. La vida cotidiana nos absorbe tanto a los adultos que nos olvidamos de volver la mirada hacia los más pequeños, nuestros niños, los que no deberian conocer más que el cariño, la risa y la felicidad de la inocen- cia, y recibir de los adultos la protección y el amor para su feliz desa- rollo. El silencio de un niño, es un grito de auxilio. Su mirada ausen- te, es un foco de alarma. Acudamos a ellos. Protejámoslos.

Diana Osiris Mendivil Mora

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Descripción

Uno de los temas con los que más se ha de luchar, tanto para decir. como narrar sin herir susceptibilidades, es la de escribir historias o sucesos sobre nuestros niños.
La autora, Rebeca Gutiérrez Avilés, maestra de escuela, con gran soltura y fluidez. nos relata la historia de Mali, una niña de primaria, que en el acontecer diario de la rutina, pareciera ser invisible, pide a gritos silenciosos ser escuchada, pero ella, es una niña triste, apagada, trae consigo misma la decepción y la soledad de la vida, objeto de indi- ferencia por parte de los padres en casa, objeto de burlas en el salón de clases: la escuela. Nadie escucha su grito silencioso, desgarrador, nadie logra escuchar, y una mirada nostálgica y sombría la abraza sin piedad.
Tristemente sucede en muchas escuelas de nuestro país y el mundo. La vida cotidiana nos absorbe tanto a los adultos que nos olvidamos de volver la mirada hacia los más pequeños, nuestros niños, los que no deberian conocer más que el cariño, la risa y la felicidad de la inocen- cia, y recibir de los adultos la protección y el amor para su feliz desa- rollo. El silencio de un niño, es un grito de auxilio. Su mirada ausen- te, es un foco de alarma. Acudamos a ellos. Protejámoslos.

Diana Osiris Mendivil Mora

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