Misa de Gallo
Por Cecilia Santillán Por la mañana cuando abrí los ojos, la luz entró como un manto blanco sobre mi rostro; me lastimó y me tapé con el dorso de la mano. Me imaginé mi brazo quemado como el de un taxista, pensé en una manga cubriéndolo después del tueste del sol y a mí con la vergüenza de tener que usarla. Me puse de pie, fui a la cocina a …